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HA MUERTO VAZQUEZ DIAZ

A la edad de 87 anos ha fallecido, en su habitual residencia y estudio de Madrid, el ilustre pintor Daniel Vázquez Díaz. Se le otorgó, tiempo ha, el título de maestro y fue costumbre entre los artistas agregar a su nombre un acento mayestático: Don Daniel. Nacido en Nerva en 1881. pronto prendieron en su sensibilidad la vocación y los modales estéticos típicos de la Andalucía natal. Amigo de Juan Ramón Jiménez, conoció y revivieron las andanzas de Platero. Amigo de García Lorca, compartió con él el don de la gracia popular y el señorío del espíritu, siendo en verdad chispeante el anecdotario que de ambos podría aducirse. Hemos citado a los dos insignes poetas como signos de un paréntesis que alberga por igual a los otros vales de la Generación del 27, cuya amistad y afanes lo fueron también del maestro onubense. El signo generacional excluye de este núcleo y da preeminencia a los poetas del 98, pero no resta un ápice al afincamiento de Don Daniel en el pensar y en el decir de sus pronombres. Amigo y devoto de Rubén Darío, supo Vázquez Díaz de su magnanimidad: del brazo y con el aval del poeta nicaragüense, fue presentado en el aula innovadora de París y bajo su patrocinio inició la andadura por sendas y vericuetos de la nueva estética.

En el ámbito de las artes plásticas la semblanza de Vázquez Díaz es radiante evocación de una edad próxima en que el arte fue regalo y patrimonio de España. Los datos desnudos hacen superfluo el elogio. En torno a 1880 se cumple en nuestro suelo el nacimiento de una generación cuya nómina es por si sola un panegírico En 1876 nace Julio González, Arteta en 1880, Picasso, Vázquez Díaz y Gargallo en 1881 y en 1887 Juan Gris. Damos tos nombres de aquellos artistas que vieron la luz primera en torno al año aludido y que por una u otra razón encarnaron el espíritu y la expresión de aquella edad. Todos ellos iniciaron la peregrinación a la meca del arte apenas iniciado el siglo. Picasso y Julio González fueron los abanderados en el primer balbuceo de 1900, Juan Gris en 1906, … y con ellos Arteta y Vázquez Díaz. De propio intento hemos dejado en último lugar al artista bilbaíno y al pintor onubense, porque, nacidos con rigurosa coetaneidad y alimentados en la misma disciplina, forman, de hecho, una entidad perfectamente diferenciada: mientras los otros fijan en la capital francesa su sede definitiva. Arteta y Vázquez Díaz retornan al suelo patrio, para instaurar, por caminos diferentes y con distintas miras, una nueva academia.

Hemos citado estos dos episodios del quehacer literario y de las artes plásticas, para exprimir en ellos la panorámica en que se desarrolló la formación y tuvo lugar la actividad de Vázquez Díaz Generación del 98 y Generación del 27 vinculadas en el nombre de Juan Ramón y nada ajenas a la voz de Darlo (de quien nos legó Don Daniel retratos ejemplares, de aquellos que por si mismos inmortalizan a quien posa v a quien interpreta), Y al lado de ellas el rico plantel de los artífices novecentistas, por cuya virtud la plástica española ve resucitado el esplendor del Barroco o la magia de Goya. Vázquez Díaz era, ante todo, un artista de ese tiempo feraz, y su muerte viene hoy a suscitar con mayor viveza la memoria y el lamento de una edad cercana que se esfuma irremediablemente ante nuestros ojos. El fallecimiento de Azorín supuso el réquiem solemne o la muerte civil de la Generación del 93. Menéndez Pidal acaba de convertir en historia el pulso liberal de su propio quehacer histórico y la Generación dei 27 ve hoy reducido su grupo, compacto y nutrido otrora, apenas a cinco nombres, diseminados por muy distintos derroteros y roto entre ellos todo vinculo generacional. La muerte de Vázquez Díaz deja, por último, en la firma de Picasso la única supervivencia del arte del7.900 (¡los cubistas!) y el tránsito luctuoso de una edad merecedora de llamarse dorada,

Fue llamado maestro y no creemos que pueda otro epíteto cualificar con mayor justeza la verdadera dimensión de Don Daniel. El nombre de Vázquez Díaz siempre resonó con cierto rumor polémico y fuimos muchos los que no siempre acertamos a comprender su prematura desvinculación de las corrientes europeas y su retiro definitivo en la capital de España. Dos son los pintores —hemos escrito en reciente ocasión, a propósito de Arteta— rigurosamente coetáneos de Picasso, que tras breve estancia en el aula renovadora de las artes (instalada en el París de la anteguerra del 14 y alentada por la presencia y la voz de todos, absolutamente todos, los maestros contemporáneos) retornan al suelo patrio con la nueva enseñanza que pronto convertirán en magisterio; Daniel Vázquez Díaz y Aurelio Arteta. Cuando los Otros artistas españoles de aquel tiempo feraz (Picasso, Juan Gris, Julio González...) afincan en el suelo parisino su aventura, elevada luego a dogma, Arteta y Vázquez Díaz retornan a España. ¿Qué motivo 74 indujo a estos dos pioneros del arte en plena ebullición a retornar sobre sus pasos camino del hogar? En el caso de Vázquez Díaz nunca pudimos comprenderle Pocos pintores de su edad se vieron tan dotados como él para la empresa renovadora del arte. Su pulso parecía elegido por los dioses en el umbral del nuevo formalismo. De su mano pudo extraer la línea ejemplo, noción y soluciones sin cuento al planteamiento de un nuevo orden en el campo de la estética. Como guiados por una extraña urgencia de síntesis y buen recaudo, llena sus carpetas de enseñanzas, proyectos, recuerdos, anécdotas, perfiles de biografía... y retorna al suelo patrio para Instalar una nueva academia, deslumbrante, ciertamente, pero detenida en su exquisitez de espaldas a la evolución del orden contemporáneo del que pudo ser paradigma.

Observará el lector que si nos resulta incomprensible el prematuro abandono de Vázquez Díaz de cara a la evolución del arte contemporáneo, no somos parcos a la hora de reconocer en él una dotación privilegiada para la práctica de la pintura y una capacidad singular para su enseñanza. No es conveniente aplicar a la historia criterios melodramáticos, pero, de hacerlo, tampoco dudaríamos en señalar en Don Daniel un norte, un verdadero paradigma, de la estética de su tiempo a la que, por desgracia, sólo entregó una parte de sus dones. No puede, sin embargo, retrotraerse la historia y a su tenor ha de ser trazada su biografía. Fue un maestro, excluyendo del vocablo Todo acento de vanidad o de rutina y llenándolo de un contenido veraz, confirmado por la práctica. Considerado así el problema, afirmamos sin escrúpulo que su permanencia en España fue harto saludable. La academia oficial se mantenía anclada en el anacronismo de una enseñanza opuesta por completo a la nueva sensibilidad y a los nuevos hallazgos y las corrientes vanguardistas corrían el riesgo de ser asimiladas sin la debida rectitud, sin el bagaje indispensable para que la obra sea bien hecha. La figura de Vázquez Díaz encarnó (muy especialmente en días de desconcierto, como pudieron serlo los de la posguerra) un puerto de seguridad, y un norte orientador. La obra expuesta fue para todo espíritu sensible módulo de perfección y la lección de su estudio supuso para quienes la oyeron un cauce firme, capaz de acoger en su rectitud las más variadas corrientes. Pintores figurativos y abstraccionistas han nacido en su aula, dotados siempre de un buen hacer, de un recto expresar, meta a la postre, y función especifica del arte. Incluso cuando en un mismo pintor, forjado en su academia, han confluido ambas formas de expresión, no ha sido difícil la alternancia o el tránsito de figurativismo a la abstracción y viceversa, resultando patente (tal es el caso de Rafael Canogar) la lección del maestro, la norma suprema del saber recto y del recto obrar.

NUEVA FORMA - 01/04/1969

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