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lA GENIALIDAD DE EUGENIO TRÍAS

Aún no repuesto de la explosión de claridad, de evidencia, que la lectura de este último libro de Trías me ha procurado, quiero hurtar el comentario a las habituales páginas de crítica literaria y confiarlo a estas otras específicamente destinadas a la creación artística, a la poesía, en una de sus más nobles acepciones (aunque no concuerde, en este caso, con la que propone e interpreta magistralmente el joven y muy agudo pensador catalán).El artista y la ciudad es un ejemplo cabal de creación, tornándose más relevante su sentido. si se tiene en cuenta que la apoyatura conceptual de toda la obra se da sobre ajenos, testimonios, cuyo enlace, histórico, partiendo de Platón, viene a congregar doctrinas tan, dispares, o separadas por el tiempo (cuando no por los tradicionales y mal llamados esquemas didácticos), como las de Pico della Mirandola, Goethe, Hegel, Wagner, Nietzsche y Thomas Mann.

Hondura de contenido y maestría de lenguaje, consustanciados y hechos estricta creación. Mal había de irles con este libro a aquellos viejos preceptores y retóricos que tanto énfasis ponían en la distinción entre fondo y forma. Porque ocurre que, por la virtud creadora de Eugenio Trías, se hace impensable aquél al margen de la específica manera con que ha sido alumbrado. «Significa -diríamos con Rimbaud- lo que literalmente significa y en todos sus alcances.»

Frente a la alegre y presunta novedad con que, a merced de una crítica, merecedora de adjetivarse críptica, no pocas plumas ajenas abordan los conceptos capitales (deseo y producción) de este libro, nuestro filósofo los requiere a la genuidad de su etimología y, luego de filtrar su diversa acepción histórica, los convierte en esa res nova que certifica, entre otras, la creación del lenguaje: un pensamiento, asimilado y una fiel palabra asimiladora que traduce claridad.

EL PAIS - 06/06/1976

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